Se recomienda utilizarlos dos veces al día, justo antes de la crema habitual y con el rostro bien limpio.
Existen sérums para diferentes zonas del cuerpo y se clasifican según la necesidad que satisfacen. En el caso de los sueros faciales, están los remodeladores, que se usan para recuperar la forma del óvalo facial; los hidratantes, que ayudan a reducir las primeras líneas de expresión; los revitalizantes, que tonifican la musculatura del rostro; los antiestrés, ideales para rostros expuestos al sol o pieles fatigadas, y los de efecto inmediato, que borran las huellas visibles de cansancio. Pero los más populares son los antiedad, que combaten los signos visibles del envejecimiento.
Se recomienda usar sérums a partir de los 30 años. Deben aplicarse por la mañana y en la noche, siempre antes de la crema, ya que de lo contrario la textura más pesada de la crema crea una barrera que impide la acción del sérum. Su efectividad depende de la continuidad de uso y de la forma de aplicación.
En los sérums de rostro, lo ideal es aplicar unas gotas en la frente, el mentón, las mejillas y la nariz, y extenderlo en forma horizontal con movimientos alisantes en el sentido de las arrugas.El suero debe adaptarse al tipo de piel y a la necesidad.
Las cremas no tienen el mismo nivel de concentración de ingredientes activos que los sérums, por lo que su acción no es tan rápida. Esto se debe a que, además de cumplir una función específica (prevenir arrugas, por ejemplo), las cremas deben hidratar la piel durante muchas horas, crear un efecto barrera, ser agradables de aplicar y proteger del sol, entre otras funciones. Por esta misma razón, no es recomendable usar sólo sérum, ya que éstos no protegen de las agresiones medioambientales ni tienen filtros solares. Por ello, quienes prefieren usar los sérums solos deberían aplicarlos únicamente en la noche.