La luz en el rostro es sinónimo de juventud. El paso del tiempo hace que la piel se muestre más apagada, junto con otros factores como la falta de hidratación, el tabaco, el alcohol, la contaminación, una alimentación pobre en antioxidantes, problemas hormonales, una exposición excesiva al sol, rutinas de belleza incorrectas o descanso insuficiente.
También desempeña un importante papel en la falta de luminosidad la exposición a la luz azul, la llamada “contaminación digital” procedente del uso continuado de dispositivos como móviles, tablets, ordenadores….
Las partículas que encontramos en esa contaminación generan radicales libres que perjudican a la capacidad de la piel para producir colágeno y retener la humedad, lo que produce signos acelerados de envejecimiento.
El impacto de la contaminación en la piel a corto plazo puede manifestarse en forma de rojeces, sensibilidad e inflamación. De hecho, los casos de piel sensible están proliferando en todo el mundo y muchos estudios sugieren que este fenómeno podría estar relacionado con las agresiones medioambientales.
A largo plazo, la contaminación se traduce en falta de luminosidad, manchas, líneas de expresión y una disminución gradual de los niveles de elasticidad. Resumiendo, envejecemos porque nos oxidamos.
Siempre se nombra a los radicales libres como los culpables del envejecimiento de la piel, pero realmente ¿sabemos que son?
Los radicales libres son nanopartículas a las que les falta un electrón, lo que las convierte en inestables.Durante toda su vida buscan ese electrón perdido para alcanzar una estabilidad y no tienen inconveniente en robárselo a otras moléculas, como las presentes en nuestra piel.
Los antioxidantes tienen un electrón de repuesto que pueden donar a un radical libre para que no cause más daño.
La piel tiene su propia reserva de antioxidantes para defenderse, pero con el ataque constante y creciente de los radicales libres puede disminuir esta reserva.
A este fenómeno se le une otro: los antioxidantes en nuestro organismo disminuyen con la edad, dejando a las células en una situación de vulnerabilidad. Y es en este punto, donde los antioxidantes tópicos tienen un papel fundamental.
Frente a todos estos ataques y a la perdida de luz ¿qué podemos hacer?
El rey de los antioxidantes o el más conocido es la vitamina C. Como cosmético, estimula la producción de colágeno y ayuda a afinar la piel, y disminuir las finas líneas y arruguitas. Asimismo, tiene la capacidad de proteger la piel de los radicales libres y el daño por la UV, protege la decoloración de la piel y la aparición de las manchas.
Otras de las estrellas entre los activos antioxidantes son la vitamina E, el Retinol, el Resveratrol y la Niacinamida, entre otros.
Es importante que tengamos la piel limpia. En este sentido el exfoliante juega un papel fundamental, ya que ayuda a eliminar las células muertas, mejorarando la renovación cutánea y aumentando la activación de la piel.
La piel tendrá mayor riego sanguíneo, y por lo tanto mayor aporte de nutrientes y oxígeno, lo que se traduce en una piel más luminosa.
Antioxidantes, ¿cómo suplemento oral o cómo cosmético?
Lo mejor es la combinación de ambos, sin olvidar una correcta alimentación donde podemos incluir alimentos como aguacates, bayas, brócoli, cítricos, zanahorias. Por regla general, todos los vegetales con colores fuertes son ricos en antioxidantes.
Hay que tener en cuenta que no siempre aportamos la cantidad suficiente de antioxidantes con la alimentación por diferentes circunstancias. En algunos casos es necesario contenido extra de estos nutrientes, y es ahí donde los suplementos orales nos ayudan a aportar ese extra de vitaminas y minerales necesarios.
Desde nuestras Farmacias Sanifarma te ayudaremos a encontrar tu rutina de cuidado adecuado y el antioxidante específico que necesites para devolver la luminosidad a tu piel.