Pocas personas acuden a un nutricionista para mejorar sus niveles de colesterol, tensión, azúcar, etc. Normalmente lo hacen porque quieren bajar peso, pero la labor del nutricionista/dietista es mucho más que eso. La principal función es implantar buenos hábitos de alimentación para mejorar el estado de salud de las personas a lo largo de las diferentes etapas y situaciones de la vida. La dieta no sólo abarca el aspecto terapéutico, sino también preventivo de las enfermedades relacionadas con la alimentación.
Éstos son los diferentes aspectos en los que trabaja un nutricionista:
ETAPAS DE LA VIDA
A largo de la vida el cuerpo tiene diferentes necesidades nutricionales y es importante conocer qué nutrientes y en qué proporciones son necesarios en cada momento:
• Infancia. Las necesidades de la población infantil están condicionadas por el crecimiento del cuerpo y el desarrollo de los huesos, dientes, músculos, etc., así como por la necesidad de tener reservas para la pubertad.
• Adolescencia. Es una edad con unos requerimientos dietéticos y nutricionales concretos e importantes, en la que no pocas veces comienzan a presentarse desórdenes alimenticios, a veces inducidos por modas y corrientes sociales, otras por excesivas exigencias internas y externas, y a menudo por una mezcla de ambas.
• Edad adulta. Los requerimientos nutricionales disminuyen, pero la calidad, cantidad y armonía de la alimentación determinan el estado de bienestar de la persona y la prevención de enfermedades, sobre todo de los trastornos crónicos.
• Tercera edad. Las personas que llegan a una cierta edad se enfrentan a problemas físicos, psíquicos y sociales que derivan de cambios biológicos propios de la edad. El envejecimiento afecta de forma muy importante y a veces severa a los procesos de la digestión, absorción, utilización y excreción de nutrientes. Esto va a condicionar las estrategias dietéticas, nutricionales y culinarias de las personas o colectivos de avanzada edad.
PATOLOGÍAS
Medicamente, cada patología es diferente y se aplica un tratamiento diferente para cada una de ellas. Con la alimentación ocurre lo mismo. Hay que tratar cada patología de forma diferente y tomar una alimentación adaptada a cada caso.
• Obesidad. Para cualquier grado de obesidad, el aporte de energía de la dieta debe ser tal que se adapte a la condición, actividad y objetivo de peso ideal. Si esto implica una dieta baja en calorías, ésta debe ser equilibrada, con un aporte suficiente de proteínas y micronutrientes. La pérdida de peso debe conseguirse de una forma progresiva y moderada, y siempre controlada por un especialista que verifique que el proceso de adelgazamiento se está realizando correctamente.
• TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria). Tales como anorexia y bulimia. Debido a la delicadeza física y psíquica de los pacientes con estas patologías, se deben tratar en consonancia con médicos y psicólogos para obtener resultados satisfactorios.
• Enfermedades cardiovasculares. Unos hábitos de vida saludables pueden ayudar en gran medida a prevenir las enfermedades cardiovasculares tales como, hipercolesterolemia, infartos e ictus.
• Hipertensión. Se ha relacionado desde siempre con la obesidad y el consumo de sodio (principalmente a partir de la sal común o cloruro sódico). La reducción de peso y del consumo de sodio son algunas de las medidas a tomar para combatir la HTA.
• Diabetes. El riesgo de un diabético de tener complicaciones puede minimizarse si se mantienen niveles normales de azúcar en sangre. Esto requiere atención cuidadosa de la dieta y hacer ejercicio de forma regular. En pacientes con tratamiento insulínico es necesaria una supervisión responsable para asegurar las dosificaciones apropiadas.
• Otras. Anemia, hiperuricemia, estreñimiento, diarrea, cáncer, insuficiencia renal, etc.
OTROS CASOS
• Embarazadas. Son muchos los errores y mitos que rodean las recomendaciones alimentarias de la mujer gestante. No es verdad que se deba «comer por dos», ni siquiera que sean necesarios suplementos de algunos nutrientes, que en determinados casos pueden ser tóxicos. Por el contrario, sí es cierto que una mala nutrición de la futura madre puede ocasionar problemas de prematuridad y mortalidad fetal, y que los estados de obesidad también pueden resultar peligrosos para la salud del futuro bebé.
• Lactancia. Sin duda, la lactancia materna es la mejor forma de alimentar al lactante. Es importante conocer las condiciones, tanto físicas como fisiológicas, que hacen de la lactancia una etapa nutricionalmente diferente.
• Deportistas. Hay que tener en cuenta que, además de recorrer un camino juntos, la alimentación y el deporte deben estar relacionados. Es decir, no todos los deportes llevan asociado el mismo tipo de alimentación. Se deben hacer diferencias según una serie de características como tipo de acto deportivo, aeróbico o no, características del deportista, etc. La alimentación del deportista no sólo debe nutrir las células del organismo para que éste se desarrolle y mantenga, sino que, además, debe cubrir el gasto derivado del esfuerzo extra. También, como en otros aspectos de la vida, la alimentación del deportista se ve rodeada de ciertos matices que, si bien benefician en algunos casos, son muy perjudiciales en otros.
Por tanto, en cada situación es muy importante consultar con un nutricionista para llevar a cabo una dieta adaptada a las necesidades de cada persona. De esta forma los resultados se obtendrán de una manera más rápida y satisfactoria y se evitarán consecuencias negativas producidas por unos malos hábitos alimentarios.