El resfriado es una infección aguda del tracto respiratorio superior y de origen viríco. Puede estar provocado por alrededor de 200 tipos de virus diferentes, aunque los más frecuentes pertenecen a la familia de los rinovirus.
Por su parte, la gripe está povocada por el virus de la influenza y afecta especialmente a las vías respiratorias superiores.
Para ayudarte a diferenciarlos te aportamos un breve cuestionario.
Tienes catarro o resfriado común si respondes de forma afirmativa a estas preguntas:
– ¿tienes congestión nasal, dificultad respiratoria, estornudos y tos?
– ¿no tienes fiebre o caso de tenerla esta no pasa de 37,9º?
– ¿te duele la zona de la faringe?
– ¿los síntomas han aparecido de forma paulatina, entre en uno y tres días?
– ¿el proceso dura entre tres y cinco días y la recuperación es rápida?
Tienes gripe si tus respuestas a estas preguntas son positivas…
– ¿tienes fiebre alta, por encima de los 38,5º?
– ¿no tienes congestión nasal o ésta es muy leve, aunque sí puedes tener dolor leve de garganta o tos?
– ¿tienes congestión nasal, dificultad respiratoria, estornudos y tos?
– ¿tienes dolor de cabeza, muscular y gran cansancio físico?
– ¿el inicio del proceso ha sido de forma brusca?
– ¿la recuperación es larga, entre una y dos semanas en algunos casos?
Tanto en el caso de la gripe como en el del resfriado, el tratamiento está dirigido a paliar los síntomas. Análgesicos y antiinflamatorios para combatir el dolor muscular y el dolor de cabeza; Antitérmicos para la fiebre, Antitusivos, para tratar la tos (aquí es muy importante diferenciar entre tos seca o improductiva y tos productiva (que requerirá ser tratada con algún expectorante).
En el caso de la congestión nasal, es recomendable realizar lavados nasales con suero fisiológico o agua de mar.
Para aliviar los síntomas se recomienda:
– Descansar lo suficiente, especialmente mientras tiene fiebre.
– Beber más líquidos: agua, infusiones, zumos de frutas y los caldos suaves, que nos ayudarán a ablandar el moco y mantener la nariz y la garganta húmedas.
– No fumar, ni respirar aire con humo de tabaco, ni frecuentar ambientes cargados.
– Protegerse del frío y evitar los cambios bruscos de temperatura.
– No beber alcohol, ni tomar cafeína porque tiene efectos de sequedad.
– Tomar duchas calientes para aliviar la congestión.
– Humidificar el ambiente y realizar vahos o inhalaciones de vapor de agua.
Consulta con tu médico si existe un aumento de la dificultad respiratoria o la expectoración es verdosa o sanguinolenta. Si tienes fiebre alta, si la fiebre dura más de 3-4 días o reaparece tras haber estado sin fiebre durante 24 horas. Si aparece dolor en el pecho o en el costado. Si presentas dolor o supuración de oídos. Si los síntomas duran más de 10 días o empeoran. Si la tos no disminuye pasados los días, es intensa y dificulta las actividades normales. O si aparece dolor o supuración de oídos, sarpullido o vómitos persistentes. Y especialmente si te encuentras entre los pacientes con riesgo: niños pequeños, embarazadas, ancianos, personas con una enfermedad crónica o inmunodeprimidas.