La fibromialgia es una enfermedad crónica que se manifiesta, entre otros síntomas, en dolor crónico (tanto de cabeza, como muscular y/o esquelético), estados de ansiedad y tristeza, rigidez del cuerpo, dificultad para conciliar el sueño y cansancio persistente, sensación de hormigueo o adormecimiento en las manos y los pies, inflamación intestinal, etc.
El problema con estos enfermos reside sobre todo en que no existen pruebas diagnósticas específicas, lo que hace que los pacientes tarden una media de entre 3 y 5 años hasta que obtienen un diagnóstico y muchas veces éste llega por exclusión.
Los especialistas insisten en la importancia de tratar la enfermedad cuanto antes de forma que se controlen los dolores crónicos localizados para que no se generalicen. Asimismo es importante hacer un tratamiento multidisciplinar de la enfermedad que combine tanto medicación como hábitos de vida saludable (alimentación, ejercicio regular, etc.).
Hay que tener en cuenta que el ejercicio físico ha de ser preferiblemente suave, como caminar sobre superficies llanas, andar en bicicleta estática o nadar. Se trata sobre todo de evitar el sedentarismo.
Origen de la fibromialgia
En lo que respecta al origen de la enfermedad, no existe una causa específica. En algunos casos se ha observado que el desencadenante ha podido ser una infección bacteriana o viral o un accidente de coche o determinadas situaciones de estrés como un divorcio o un despido. En otros casos su origen se ha asociado a otras enfermedades, como la artritis reumatoide o el lupus erimatoso.