Entre los 25 y los 40 años la mujer suele experimentar cambios cruciales en su vida, y en muchos momentos se alcanza un ritmo frenético. Es la época en que la mayor parte de mujeres combina trabajo e hijos pequeños, y esto se traduce en estrés, falta de horas de sueño y agotamiento en general. Las mujeres de esta edad que no tienen hijos no descansan más, ya que es una generación aficionada a disfrutar activamente de las horas de ocio. Y lo que suele ocurrir al llevar este tipo de vida es que, el cuidado de la piel puede no suele ser una prioridad para estas mujeres que deben atender diversos frentes, buscando una comodidad y simplicidad en el tipo de productos para el cuidado.
Pero precisamente el estrés diario, la falta de descanso adecuado y la poca regularidad en la aplicación de los tratamientos necesarios se traducen en signos de fatiga visibles: ojeras y bolsas en los ojos, líneas de expresión marcadas y una piel menos lisa y flexible. La razón es que si la piel está fatigada, la microcirculación cutánea se ralentiza y los nutrientes y el oxígeno no llegan correctamente, por lo que la piel dispone de menor carga energética y la actividad celular se hace más lenta.
En estas condiciones, la renovación celular y la protección natural de la piel disminuyen, con lo que pierde elasticidad y brillo. La actividad y el número de mitocondrias (estructuras independientes que se encuentran en el interior de la célula donde se produce la energía) empieza a disminuir a partir de los 25 años, y esto empieza a hacerse visible en unos años, hacia los 30. D
iversos estudios sobre el envejecimiento muestran que los factores de defensa natural de la piel disminuyen intensamente a partir de los 30 años. Sucede lo mismo con numerosas reacciones enzimáticas encargadas de proteger las “pilas biológicas” o mitocondrias de las células de nuestra piel contra los ataques de los radicales libres, que, como ya hemos hablado en otros post, son los que provocan la oxidación y por lo tanto el envejecimiento en la piel. Nos encontramos frente a una situación de desequilibrio continuo, lo que facilita la formación de arrugas y el relajamiento cutáneo.Lo cierto es que los productos puramente hidratantes ya no son suficientes para nutrir adecuadamente y recargar las baterías de la piel.
Anti-arrugas ¿sí o no?
Pero, volviendo al enunciado de la pregunta, entonces ¿es necesaria una crema antiarrugas a los 30? La respuesta es no, no hay que utilizar una crema anti-edad como a los 40 o 50, ya que éstas suelen ser excesivamente concentradas en activos, algo que no necesita una piel tan joven. Pero sí es necesario un tratamiento de prevención, adecuado a estos primeros signos de la edad. Es necesario empezar a actuar contra los cambios de la piel.
Diversos estudios muestran que el 78% de las mujeres entre los 20 y los 35 años presentan arrugas de expresión visibles en la frente, y el 40% tienen ya patas de gallo visibles. Es importante saber que las mayores agresiones a la piel a los 25 años son causas externas a ella, como los rayos ultravioleta A (UVA), capaces de atravesar el cristal de las viviendas y oficinas y alcanzar la piel. Junto con la contaminación y el estrés, los UV producen radicales libres que atacan el ADN celular y causan envejecimiento cutáneo. Es por ello que es el momento de escoger una crema que aporte hidratación y nutrición a la piel, es decir minerales, vitaminas y otros activos para actuar contra la pérdida de energía y la fatiga cutánea. Y es imprescindible que ésta tenga protección solar, o aplicar un protector solar a diario, para evitar el daño acumulativo de los ultravioletas solares, la causa externa más importante del envejecimiento cutáneo.