En el mundo occidental, a diferencia de otras culturas, el bronceado es un símbolo de salud y bienestar… Y además está de moda. Es por esto que la investigación cosmética en el campo de los protectores solares y bronceadores ha experimentado en los últimos años una auténtica revolución, incorporándose de lleno a la cosmética de tratamiento y a la cosmética del color.
Ha surgido toda una nueva generación de solares para antes, durante y después de la exposición al sol, con fórmulas estudiadas que permiten además de broncear, nutrir e hidratar la piel. A las cremas más o menos elaboradas de aceites suavizantes y ceras vegetales protectoras se han unido, ahora, todos los componentes más sofisticados y exclusivos de los cosméticos de tratamiento, que han convertido a los bronceadores en auténticos productos de belleza y en el tratamiento más importante del verano.
La cosmética del color ha creado toda una serie de productos especiales para los días de sol y agua: lápices de labios con filtros solares de alta protección; polvos, eye liner, sombras de ojos, mascarillas de pestañas resistentes al agua, y coloretes especiales para rostros bronceados.
Preparar la piel
En primer lugar tenemos que hablaros de los prebronceadores, que tenemos que empezar a aplicar unos quince días antes de empezar las vacaciones en lugar de la leche hidratante y empezar a tomar pastillas ricas en betacaroteno y antioxidantes que neutralizan los radicales libres y estimulan la protección natural de la piel activando la melanina, que es nuestra pantalla protectora natural, para que experimente una fuerte subida al exponer la piel a sol y evite las primeras rojeces o quemaduras.
Estos comprimidos, que se administran por vía oral, activan las defensas de la piel desde el interior, intensificando el bronceado y previniendo las quemaduras. Pero hay que tener muy presente que, a pesar de que incrementan en un 20% aproximadamente la resistencia de nuestra piel al sol, no protegen de las quemaduras por lo que resulta indispensable utilizar una crema protectora.
Por otra parte, alimentos ricos en caroteno como la zanahoria y el tomate fabrican vitamina A que facilita la producción de melalina. Los alimentos ricos en vitamina E y B como el pescado y las legumbres, evitan la deshidratación y la descamación de la piel y ayudan a fijar y prolongar el bronceado.
Algunos medicamentos, sin embargo, como los antibióticos, las sulfamidas o los anticonceptivos producen fotosensibilización de la piel, lo que provoca manchas, muy difíciles de eliminar. Es conveniente consultar al médico o evitar tomarlos por lo menos una semana antes de empezar a tomar el sol.
Proteger la piel
Los tres primeros días de exposición al sol son los verdaderamente importantes. En el primer día es en el que se producen la mayor parte de las quemaduras que muchas veces duran todo el verano. Hay que tomar el sol en sesiones de cinco minutos, que se extenderán a diez minutos el segundo día. El tercer día la piel entra en crisis. Es el momento en que la melanina estimulada durante los dos días anteriores, consigue alcanzar la epidermis pero aún no la protege. Si ese día no se toma el sol o se utiliza una protección total, se tendrá asegurado el éxito. Recomendamos los de SPF con filtros solares naturales y dióxido de titanio, que crea una barrera infranqueable para los rayos nocivos, no lleva aceites, contiene vitamina E natural e inicia a la vez que intensifica el bronceado.
A partir de los 25 años, antes incluso si la piel es seca, es necesario usar un producto específico para el rostro, si se quiere evitar la aparición de arrugas prematuras, ya que a esa edad la piel empieza a envejecer y reduce su capacidad de recuperación.
En las zonas más sensibles, (labios, nariz, hombros) es conveniente usar siempre un bronceador de alto índice de protección, el mismo que se ha utilizado los dos primeros días para todo el cuerpo. También es necesario cubrir las cicatrices y las manchas de la piel con una protección especial. Los puntos con más pigmentación de la cara o el cuerpo se oscurecen y agrandan aún más con el sol y las cicatrices adquieren un antiestético tono pardo. Para estas zonas concretas existen sticks de alta protección o protección total.
Reparar la piel
Después de tomar el sol resulta indispensable reparar la piel agredida por los rayos nocivos del sol. En la mayoría de los casos se produce una verdadera irritación, que enrojece la piel, llamada eritema solar. Para que la piel viva sin deterioro, hay que evitar que se ponga roja, hoy se sabe que cuando esto sucede ya existe un gran deterioro. Todos los bálsamos, cremas, leches y geles para después del sol contienen elementos calmantes, antiinflamatorios, hidratantes, suavizantes y regeneradores del epitelio, con lo que además de reparar e hidratar la piel, evitan o mitigan la sensación de dolor, tirantez, ardor y prurito. Poseen además un ligero efecto antibacteriano con el objeto de evitar infecciones por microbios. Y sobre todo un efecto protector y fijador del bronceado al evitar la descamación.